¿Cómo sabemos que todo está superado?
La pregunta clave después de profusas noches de sueños nauseabundos, extraños, que dejaban divisar algo que estaba tan intrínseco en mí, que no podía visualizar la perspectiva diagonal en la que estuve por muchísimo tiempo, sin saber que me encontraba allí… en el mismísimo punto de partida, cuando creía haber tocado la meta.
Después de la generosa señal que el sentido me proporcionó, procuré “Ocuparme”, más que preocuparme, pues siempre los recuerdos poseen un denominador común, son insólitos e inesperados, en el momento más lúgubre se apoderan del contexto.
Decidí compartir la experiencia con mi yo exterior, y así, sin razones aparentes, sin interrogantes, ni cuestionamientos me dispuse a arrojar, sí, expulsar, objetos, detalles, cartas, obsequios, vestuario, en fín… RECUERDOS, esos que creí olvidados, y qué estaban más presentes que nunca.
Los procesos son sabios,
pues: “El maestro llega, cuando el discípulo está preparado”,
y yo… Estaba lista!
“Si tú vienes
a cualquier hora,
Nunca sabré cuándo preparar mi corazón…
Los ritos son necesarios”
El Principito
Antoine de Saint-Exupéry
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